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¿Porqué se creo "Sueños de perfección"?

¿Qué tan cierto son aquellos "estilos de vida"? ¿Cuál es la realidad que se esconde en este absurdo sueño de perfección?

viernes, 22 de diciembre de 2006

Fuerza de voluntad?...les dije que muchos la tienen...no soy la única

Hola a todos, como les prometí en el flog, van a conocer ésta historia de una personita q fue MIA y pudo salir...
Yo siempre las jodo a ustedes diciendo que sólo se sale con mucha! FUERZA DE VOLUNTAD....
y hay ninias x ahí q todavía no lo creen...
Ya he mencionado a Angy en otra oportunidad y le expresé miles de veces la admiración q le tengo...sinceramente...eso se llama VOLUNTAD y ella la consiguió de la manera q muchas de ustedes pueden hacerlo...
VUELVAN A CONFIAR EN EL AMOR...CHICAS, SEAN FELICES REALMENTE, NO TRANSFORMEN SU VIDA EN UNA "PERFECTA MENTIRA"....
Si no me creen, lean lo que la misma angie, escribió para ustedes....vale la pena...


Diciembre 21, 2006

Siempre fui una niña muy flaquita, pero cuando eres sólo una niña pequeña eso no te importa, o al menos a mí no me importaba… la verdad no tengo muchos recuerdos sobre esa vida. Cuando tenía unos 9 ó 10 años, recuerdo que mi papá hizo un comentario sobre que tenía panza o algo así, y que tenía que cuidarme porque si no cuando estuviera más grande no iba a tener novio porque estaría gorda., no me acuerdo que pensé, creo que no le di importancia porque aún no me interesaban los hombres, ya que no tenía mucho contacto con ellos todavía.

En agosto del 99 entré a secundaria, un colegio mixto., ya tenía 12 años y era tímida., poco a poco empecé a integrarme a un grupo., varias niñas llevaban años en ese colegio y tenían trato con los hombres, cosa que yo no porque salí de un colegio de puras niñas. Una semana después me di cuenta de que ellos ya llamaban mi atención, al menos uno: David, fue la primera vez que sentí amor, tal vez verdadero, tal vez no, sí empezamos a hablar, y después empecé a tener ese deseo de ser linda, de estar perfecta para él, tal vez si tuviera menos panza, con mis lindas piernas, él se daría cuenta de que soy una buena elección y se animaría a andar conmigo. Empecé haciendo ejercicio en mi casa pero no duraba mucho, porque me daba flojera, porque se me olvidaba, y así, nunca lo hacía.
Pasó el tiempo y David y yo nunca fuimos muy amigos, él me hablaba, porque era respetuoso y no me ignoraría, aún sabiendo que yo lo amaba, porque se lo dije una vez, esperando que me contestara lo mismo, pero no, él quería a otra. Una amiga me dijo que él tenía gustos algo “especiales”, sus novias no eran bonitas, pero tenían buen cuerpo, “ese es mi problema” pensaba, no tengo un lindo cuerpo… ¡soy muy gorda! No recuerdo exactamente dónde empezó todo, pero así era, en las fiestas me provocaba lágrimas, no sé por qué lo hacía, creía que si me veía triste vendría conmigo, pero nunca fue así y hasta ahora lo entiendo y no lo culpo… ¿quién quiere estar con una llorona en una fiesta? Empecé a relacionar mis desgracias amorosas con la comida, en las fiestas trataba de no comer y les preguntaba a mis amigas si me veían gorda, ellas decían que no, o más o menos., otras veces comía y bebía demasiado, sólo tenía 13 años.
En ese tiempo tuve algunos problemas con mis amigas, ellas ya no se sentían bien conmigo, pensé que tenían envidia de mí, porque decían que les molestaba que me contoneara demasiado al caminar, yo sabía que algunos de sus prospectos querían conmigo, pero no me importaba, yo sólo quería a David, aunque él no me hacía caso., esto hizo que ellas se alejaran de mí, malas amigas… Esto duró cerca de 6 meses, tiempo en el que no me integraba a ningún otro grupo, nadie como ellas. En los descansos no podía quedarme en el salón, pero no quería estar sola afuera, así que me iba al baño y ahí me quedaba, creo que ahí empezaron mis problemas con la comida, tal vez no, no lo sé.

Un día hablamos y me dijeron que lo sentían y volvimos a ser amigas, por un tiempo ese fantasma dejó de perseguirme, no fue sino hasta un año después, preparándonos para bailar en el video de XV años de mi amiga que me vi más gorda, bailábamos frente al espejo y la blusa se me subía, veía mi panza, estaba demasiado gorda… o al menos eso pensaba, ya que medía 1.55 y pesaba 58 kilos, no es obesidad ni sobrepeso, pero yo quería lucir como las barbies con las que había jugado toda mi vida, o algo parecido, para que David se fijara en mí y porque creía que así sería una mejor persona.

Una de mis amigas confesó haber tenido principios de anorexia, pensé que sólo quería llamar la atención, pero en verdad la quería, así que lo investigué. Un deseo perverso me llamaba a ser como las anoréxicas de las fotos, bueno no, eran demasiado flacas, pero parecía fácil la forma en que perdían peso., leí el diario de una anoréxica, al principio me asusté, pero en el fondo deseaba tener su fuerza de voluntad…

Cumplí 15 años con una gran fiesta, me sentía bien, sin embargo necesitaba urgentemente bajar de peso. Nunca logré hacer una dieta, mis amigas comían muchas papas fritas y galletas, yo nunca pude hacer ejercicio porque siempre me ponía pretextos malos para no hacerlo. David había pasado al olvido, en su lugar estaba Martín, pero era todavía más difícil que se fijara en mí, ya que somos polos opuestos, aún así no importa.
En mi salón había una chica que llamaba mucho la atención: cara bonita, un cuerpo perfecto, inteligente, “así quiero ser” pensaba, me admiraba con la perfección de aquella chica, quisiera ser como ella, ¡quisiera ser ella! Algunos meses más tarde una de mis amigas me contó un secreto, me dijo que Leny (la chica perfecta) era bulímica… ¿¡¿¡¿¡¿qué?!?!?!? Sabía que estas enfermedades existían, pero no pensaba que estuvieran tan cerca de mí., claro, Leny tenía un lindo cuerpo, pero comía demasiado, ¡pero demasiado! Su mamá estaba pasada de peso, así que no me imaginaba que fuera herencia, entonces todo estaba claro, para tener ese cuerpo tendría que hacer lo que ella hacía…

Tenía miedo, pero habría que elegir… un viernes estuve revisando los TCA y aunque eran peligrosos, podían ayudarme, una no piensa bien cuando se encuentra bajo demasiada presión, y yo no lo hice. Al siguiente día pensé que todo sería diferente, no seré la gorda nunca más., mi mamá me hizo reforzar mi idea diciéndome que me veía gorda, que ya no comiera tanto, seguía pesando 58 kilos y medía 1.60, “claro mamá, ya lo verás, tal vez te arrepientas de decirme esto” pensé. Tenía hambre, quería desayunar, había algo servido en un sartén, pero me dije a mí misma “NO”, tenía la idea de sólo comer en la tarde, para no levantar sospechas, como nunca desayunamos juntos, nadie lo sabría, y en la cena podría decir que tengo sueño, será fácil. Comí en el almuerzo y todo bien, ya eran las 8 de la noche y tenía muy poco en el estómago, me alegré de hacer algo bien, pero siempre comí mucho, así que las ganas no me dejaron y me comí un plato lleno de macarrones con queso… nunca me olvidaré de eso., pensé que soy un fracaso, que no pude durar ni un solo día bien, pero no, no podía permitirme eso, sólo había una salida… el baño. Tenía miedo, mucho miedo, pero no había nadie en mi casa, tengo que hacerlo si quiero dejar de ser una gorda. Subí me senté al lado del excusado, lo miraba llena de tristeza, estaba muy asustada, pero lo haría, metí los dedos en mi boca, batallé demasiado, pero al fin salió algo, todo, horrible. De niña siempre me había dado miedo vomitar, cuando me sentía mal del estómago y sabía que terminaría en vómito me asustaba, nunca imaginé que sería parte de mi vida “normal”. Terminé, adiós comida, estaba limpia, lo hice, pero ¿está bien? No sé.

No empecé a hacerlo diario ni todos los días, sólo cuando comía algo que según yo no debía, como papas fritas, dulces, etc. y seguía con la idea de sólo comer en el almuerzo. Pero no me daba tantos gustos en la escuela, lo que sorprendió demasiado a mis amigas, se preguntaban que por qué no quería papas y les decía que no tenía nada de hambre. Un día llegué de la prepa con mucha hambre como siempre, comí y repetí, no debí haber repetido la comida, sentí que comí doble, así que tendría que eliminarlo, como antes, lo hice, pero me pasé, saqué absolutamente todo, nada en mi cuerpo, nada. Me sentí muy mal porque eso fue un desperdicio, había vomitado TODA la comida., pero por un lado me sentía bien porque sería como no haber comido nada, así que lo habría disfrutado y no iba a engordar.

No recuerdo cuando empecé a vomitar todo, todos los días, todo, menos las cosas que según yo no me harían daño, como frutas, verduras, agua y barritas de fruta, cosas nutritivas según yo. Me había vuelto una bulímica perdida en la comida, desarrollé un apetito feroz, comía como si no lo hubiera hecho en años y mis amigas llegaron a asustarse, pero no entendían como podía comer tanto y no subir ni un gramo, es más, estaba bajando mucho de peso, cosa que los hombres notaron, para subir mi ego.

Empecé por dejar de llevar dinero a la escuela, así no compraría comida, la bulimia pudo más y pedía dinero a mis amigas diario, me comía como 3 bolsas de papas fritas y 2 de galletas al día, qué importa, al cabo que nada quedará dentro de mí, porque lo eliminaré. En mi casa después del almuerzo vomitaba y en media hora ya estaba en la cocina revolviendo comida, lo que sea, tenía que comer, no me podía controlar, me asustaba… pero me gustaba.

La seguridad en mí misma aumentó de manera notable, me sentía una diosa, me sentía superior a las demás que no se controlaban, que comían mucho y almacenaban grasas, si fueran como yo serían perfectas, pensaba. Cumplí 16 años, eran vacaciones, 4 horas diarias de bicicleta con nada en el estómago, me sentía muy bien conmigo porque estaba por llegar a mi meta, que la verdad no tenía una, sólo quería verme como Leny o mejor que ella.

Mi cumpleaños es en julio, el de mi papá también, 6 días antes. Esas vacaciones estuve hiperactiva, hacía de todo en la casa, me levantaba temprano, ejercicio, y así, hasta que todo el desgaste físico y mi terrible desequilibrio alimenticio me hicieron caer, estaba en la cama con un dolor horrible en el estómago, que no se me quitaba, quería llorar porque tenía miedo, sabía que algún día terminaría, pero no todavía. Duré una semana así y para mi cumpleaños ya estaba bien. 3 días antes tuve que comer “normal” para poder recuperarme y que nadie se diera cuenta, lo bueno es que comía verduras. El día de mi cumpleaños mi mamá hizo una comida especial y me preparó un pastel, ese día no vomité, me sentiría muy mal si lo hacía, viendo que todo era especial para mí, ya habrá tiempo de hacerlo.

Regresé a la prepa con una amiga nueva, más confianza en mí. Las demás decían que me veía muy delgada, no podía evitar sonreír, mis papás decían que me veía muy bien, lo cual me hacía sentir superbien y que no podría parar todavía, ya casi era perfecta. Medía 1.61 y pesaba 52 kilos, mis piernas nadaban en los pantalones, pero yo sentía que aún me faltaba.

Una de mis amigas era gordita. Empezó a platicarme que no había comido nada en 2 días y se sentía bien. Yo sabía que ese era el camino directo a la destrucción, pero no me sentía capaz de decírselo, porque yo iba en el mismo, pero no podía decirle que lo hiciera porque sería una mala amiga. Afortunadamente resolvió sus problemas y salió de esto, yo seguía dentro.

Mis calificaciones subieron al cielo, tenía un muy buen promedio, incluso más alto que el de Leny, la estudiante perfecta, cada vez más cerca de mi meta, más cerca de la perfección. Ese semestre conocí a otro chico, muy guapo pero con nada en la cabeza, me escogió de entre mis amigas, porque sabía que soy la mejor, por un tiempo me tuvo en las nubes, una semana sin atracones, pero seguía vomitando, después me llamó zorra y me sentí tan mal que me atracaba peor. Dejé de verlo y aunque en ese tiempo pensé que era lo peor, ahora sé que fue lo mejor que me pudo haber pasado.

Estaba bajo mucha presión por una exposición en la escuela, teníamos que ganar, todo nos estaba saliendo muy lindo y le pusimos mucho esfuerzo, no me di cuenta de que estaba haciendo demasiado esfuerzo vomitando que mi papá lo notó, “estoy en problemas” pensé., tocó la puerta y me pidió que saliera, me lavé las manos, enjuagué mi boca y salí, todo bien le dije, me empezó a preguntar que qué hacía, que qué pensaba de la cena y así, pero yo contesté muy normal y él se fue, tratando de creerme, soy muy buena actriz o eso pienso, hablé normal, como si no pasara nada, cuando en realidad las lágrimas salieron en forma explosiva, pero era de noche y los focos estaban apagados, así que nadie lo notó.

Enero de 2004, muy cerca de la meta, pesaba 49 kilos. Sin embargo algo no salió bien… estaba comiendo con mis hermanos y mi mamá (mi hermano sospechaba que yo tenía un problema, pero no le di importancia porque él sólo tenía 12 años), no cabía más comida en mi estómago y aún me faltaba, ok, al baño, subí lo más normal que pude, pero mientras estaba en el acto pude darme cuenta de que mi mamá estaba en mi cuarto afuera del baño, “ay no, qué hago”, terminé de la manera más silenciosa posible y salí, como si no pasara nada y ella no dijo nada. Terminé de comer sólo las verduras y mi mamá le dijo a mi hermanito de 9 años que no me trajera nada de la tienda, porque yo ya no comería, no entendí a qué se refería, pero pensé que ya sospechaba algo…

Le ayudaba con algo, y estábamos las dos en silencio, de pronto ella me preguntó ¿Angie por qué vomitas? Así nada más, lo más tranquila que pudo, como si todo estuviera bien., me alegro que haya sido así y que no me haya gritado. “Ay no, ya lo sabe, estoy perdida” pensé, le dije que no lo hacía, fue la respuesta más estúpida que di en mi vida, pero tal vez la mejor. Así tranquila como estaba y sin dejar de hacer lo que hacía me dijo que no lo hiciera, que terminaría muerta y que le prometiera que no lo haría más. Ok, lo prometí, tal vez porque ya estaba harta, porque tenía miedo, estaba asustada y ya no quería hacerlo. Pueden pensar que aquí empieza la recuperación y que de ahí en adelanta mi vida fue hermosa… pero no fue así.

Tuve que hablar, se lo conté a Marlene, mi amiga de la secundaria, la que tuvo principios de anorexia, tampoco se exaltó, pero sí se preocupó y me dijo lo mismo, me sentí bien de hablar.
Obviamente esa promesa no duraría mucho, está bien, no lo haría diario, pero habría momentos en que sería mi única salida. A la semana lo hice en una fiesta de XV años porque comí pastel, me sentía gorda y profundamente triste, no sólo por el pastel, sino por mi vida sin sentido. Ahora sí tenía que hacer ejercicio, porque comiendo volvería a ser la niña de 1.61 de estatura con 58 kilos, pero como siempre, no tenía tiempo y no fueron 58, sino 61 los kilos con los que acabé, por supuesto que mal repartidos. Me sentía muy mal, demasiado, lo peor era que mis papás me lo recordaban, ¿qué no se daban cuenta de que por su culpa estaba así? Creo que no. Me llevaron a la nutrióloga, pero simplemente no fui capaz de seguir una simple dieta, que no era nada estricta.
El colmo fue en la fiesta de graduación de mi hermana, yo estaba por cumplir 17 años, y ese día no sentía ganas de levantarme de mi cama, porque estaba gorda, lloraba en las noches por lo mismo, pensé que me volvería una obesa horrible y que moriría si subía 1 kilo más, mi vestido ya no entraba y dejaría de comer para siempre, afortunadamente una amiga muy oportuna me dijo que no porque no comiera me iba a entrar el vestido, fue un comentario tal vez sin importancia, pero para mí significó la vida.

Me repuse, pero como todo, es temporal. En noviembre de ese año me sentía tan mal porque mis compañeros no aguantaban mi peso para cargarme en un juego. Le conté a una amiga lo que me pasó, y me dijo que soy linda, que no me tengo que matar para serlo, me sentí mejor, pero sabes que esto no te deja en paz por mucho tiempo, así que mientras estudiábamos a alguien se le ocurrió poner botana en el escritorio, me comí más de la mitad, mal, mal, muy mal, todo fue a parar al drenaje.

En junio del 2005 presentaría mi examen en la universidad, para la carrera de mis sueños: nutrición, jajajaja quién soy yo para decirle a alguien qué comer, imagíname a mí enfrente de una niña con problemas de anorexia o bulimia, ¿qué iba a decirle si yo no salía de eso? Bueno, algún día lo sabría. Tendría que estudiar mucho para ser aceptada, sólo pasan 70 de 400 aspirantes. Me quedaba sin comer, según yo para estudiar. La verdad no era por eso, quería estar muy enferma para que ahora sí mi mamá me llevara al psicólogo, que sería la única forma de salir de esto, o bueno eso pensaba, siempre rezaba para que ese momento llegara, porque estaba harta de vivir así, con un vacío dentro de mí que no podía llenar ni con comida. Presenté el examen y me fui de vacaciones, mi estómago estaba tan cerrado que la mayoría me la pasé comiendo muy poco para no sentirme mal. Regresé y supe que estaba admitida en la universidad.

Ahora veía las cosas de otra manera, dentro de 5 años sería una nutrióloga y tenía que hacer las cosas bien, fuera complejos, soy bonita y empiezo a ayudar a niñas con problemas como el mío… me equivoqué, como en todo. No estaba curada, no así. Al mes en la escuela estaba tan presionada y lo peor es que todas mis amigas eran flaquitas. Ah por cierto, nutrición, la mayoría: mujeres. Ya no había hombres en mi vida, los de antes habían sido un fracaso, ahora tenía un vacío muy profundo, algo faltaba en mi vida, y no lo encontraba.

En septiembre cumplieron años mis tres hermanos, todos seguidos, 3 pasteles en el refrigerador, yo iba a la escuela en la tarde, lo que significaba que estaba sola en las mañanas con los pasteles. Pastel, sola, una chica “ex”bulímica representan un peligro, así fue. Todos terminaron en el caño. Horrible, hasta el último. Ese día tuve otro problema, recé para que se acabara y como respuesta dejaría de vomitar para siempre. Mi problema se resolvió, tenía que dejar de vomitar porque ahora no se lo prometí a mi madre ni a mi amiga, sino a Dios, a Él no puedo fallarle.
Terminé el semestre con buenas calificaciones, el vacío año 2005 estaba a punto de terminar, yo tenía miedo como siempre, miedo de no saber que pasaría el próximo, si es verdad que me libraría por fin de la maldita bulimia o si terminaría muerta, no sé.

Como había prometido no vomitar, lo seguía cumpliendo, sin embargo sabía que esa no era la solución, sólo estaba aguantando, pero mi vida era tan vacía que no sabía que hacer y no podría resistir mucho. Faltaban pocos días para Navidad y yo estaba llorando deprimida, estaba a punto de recaer, cuando me acordé de Dios y empecé a rezar, esto funciona, lo hice para que me ayudara a no volver a caer, al menos hasta después del año nuevo, para pasar Navidad en paz, y así fue.

El año nuevo no lo pasé muy en paz, porque ese año me había peleado con una de mis mejores amigas, con la segunda a la que le conté mi problema. En ese momento la odiaba y empezamos a pelear por mensajes de celular, sí, suena tonto y no lo creo de mí, pero creo que no estaba del todo bien, más bien no estaba nada bien. Lo bueno es que estoy a punto de resolver los problemas, aunque algo tarde, pero creo que a tiempo.

Empezó el año 2006, enero siempre es un buen mes para empezar, para hacer las cosas bien, una nueva oportunidad. Estuve a punto de recaer, volví a rezar para aguantar al menos 2 semanas, porque si recaía sería como empezar mal este año y no es lo que quería. Así fue, no caí. Recordé que estaba pagando gimnasio y ni siquiera estaba yendo, lo que significaba dinero a la basura, así que empecé a ir. Primero iba a las 12 y trataba de aguantar, pero era tan aburrido que bueno, no sé cuanto más.

El 23 entré a la escuela, por lo que tendría que ir más temprano al gimnasio, sería mejor, para alcanzar a llegar a mi casa y de ahí a al universidad. Iría a las 9 de la mañana., el miércoles de esa semana descubrí que había clases de aerobics a esa hora, cosa que siempre me gustó, genial, así podría hacer ejercicio sin aburrirme.

26 de enero 2006, un día que jamás olvidaré. Estaba a punto de recaer… cuando vi frente a mis ojos a un chavo, en un lugar que nunca imaginé, pues era el gimnasio al que iba, de puras mujeres, sólo que él era el instructor. Nunca olvidaré su mirada, y mucho menos esa sonrisa, tan lindo él, no sé que provocó en mí, nunca creí en el amor a primera vista, pero ya sentía algo, no lo sé. Hablamos un poco, era lindo hasta para hablar. Tal vez era perfecto tal vez no, pero…

Ese día todo me salió completamente mal, pero no podía dejar de pensar en él. Si de algo estoy segura es de que Dios existe. Él puso a Pedro (el chavo del que hablo y que todas conocen como mi angelito) en mi camino, hizo que lo encontrara e hizo todo lo posible para que yo me enamorara de él. Volví a creer en el amor. Pasaron los días, las semanas, los meses, más pensaba en él… y menos en mi cuerpo. Me di cuenta de que las obsesiones se fueron disolviendo, que el amor es más fuerte que esto y que puedo salir. Siempre rogué a Dios por ayuda, para curarme de esto, pensé que iría a dar con un psicólogo o a una clínica especializada, nunca imaginé que la ayuda vendría vestida con pants y tenis Nike, nunca pensé que una sonrisa y una mirada de la persona indicada me bastaran. Nunca pensé que la ayuda sería un amigo (tal vez algo más) 14 años más grande que yo, que se ganaría mi corazón y que sintiera deseos de hacer algo lindo por él, pero así fue.

Hoy es jueves, jueves 21 de Diciembre de 2006, el 26 de este mes son 11 meses de que salí de esto, de que conozco al amor de mi vida hasta ahora. Ese día lo voy a ver. Él no tiene ni la menor idea de lo que provocó en mí, me da algo de pena decírselo, pero creo que se sentiría muy bien de saber que hizo algo tan grande y tan hermoso por alguien. Él es algo tímido, muy lindo, el mejor que he conocido. No entiendo cómo es que antes sentía que estaba enamorada de otros pero nunca logré salir de esto, nunca dejé de pensar en mi problemita. Con Pedro todo es diferente, cada vez soy más feliz, me siento bien conmigo misma, me quiero, estoy en paz con Dios, con todos y disfruto la vida al máximo.

Dicen que es fuerza de voluntad, creo que sí, pero no tanto, será porque no me cuesta, porque cada mañana pienso en él al despertar, y el problema se fue disolviendo. Sigo yendo al gimnasio y sigo haciendo ejercicio, porque estoy motivada y me gusta lo que hago.

Soy una chica de 19 años, mido 1.62 y peso 60 kilos, lo sé, más de lo inicial, y debería de pesar unos 54 kilos y los quiero, pero saben qué, ya no es mi única meta en la vida, sí es importante y pronto seguiré la dieta que me puso la nutrióloga, seguiré haciendo ejercicio y llegaré a los 54 kilos, y en lo que llego disfrutaré de la vida, de mi familia, de mis amigos, de mi hermoso ángel y de todo lo que Dios me da, porque para eso es, para disfrutarlo y compartir.
Sí compartir. Entendí por qué me pasó esto. Sé que todo pasa por algo, que las cosas no son así nada más, que todo tiene un propósito y por más malo que sea lo que me pase, siempre vendrá algo bueno, por eso no me quejo y disfruto todo, esa es la clave de la felicidad.

Si no me hubiera pasado esto no estaría aquí, ayudándolas o tratando de hacerlo, tal vez mi vida aún no tendría sentido, y no habría valorado tanto mi vida, ni al hombre que me hizo amarla más, que me hizo apreciar lo que tengo y mejor aún, me hizo amarlo a él, como a nada en el mundo.

Fin


ESTA HISTORIA TIENE UN FIN....LA DE USTEDES, TAMBIÉN PUEDE TENERLO...







NO QUEDAN MAS PALABRAS...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ola nenii! ai ke linda ke pusiste mi istoria =) me emocioné vdd ahahaha pero es la vdd ke bueno ke te gustó =)
ojalá les sirva a otras personas =)
besitos nenii
XOXO, bye!
.a.n.g.y.

Anónimo dijo...

Hola, 4 años despues leo la historia, Mi comentario sera uno perdido, pero igual escribire....yo pase x lo mismo, algo parecido. Sali pero no por un chico...o si???? Pero Diosm e saco, de eso estoy segura!

 
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